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miércoles, 29 de diciembre de 2010

ANGUEL GUINDA PREMIO DE LAS LETRAS ARAGONESAS 2010


Pareja bajo el paraguas.
Pº de la Constitución de Zaragoza
Manuel López García 1973.



BIOGRAFÍA

Angel Guinda Casales nació en Zaragoza el 26 de agosto de 1948.
A los dieciséis años estaba una tarde sentado en un banco del Paseo de la Constitución de su ciudad natal, meditando frente a una escultura de amantes emparaguados, cuando la Poesía se le apareció, poseyéndole. Desde entonces existe y resiste a golpe de versos.
A finales de los sesenta comenzó a dar recitales, e inició estudios de Medicina que pronto abandonó por la Enseñanza. Publica sus primeras plaquettes en la década de los setenta, recogidas más tarde en Vida ávida.
Destacó muy pronto por la crudeza de sus textos y lo autodestructivo de su propuesta.
Compaginó con la escritura su trabajo de profesor de Lengua y Literatura Española: primero en el Prepirineo aragonés y posteriormente en Zaragoza, hasta que desencantado a raíz del juicio contra "La Guinda del Espermento" se exilió a Madrid en 1987.
Su etapa madrileña dio paso a una poesía más existencialista, más preocupada por la soledad y el paso del tiempo. De esta época son las publicaciones Conocimiento del medio, La llegada del mal tiempo y Biografía de la muerte.
Con el nuevo siglo, su afán de comunicar y transmitir le ha llevado a una poesía muy abierta y solidaria, llegando con Claro interior a un público más amplio que se identifica con sus Poemas para los demás.
Fue autor de la letra del Himno de Aragón junto a Ildefonso-Manuel Gil, Rosendo Tello y Manuel Vilas. Durante su trayectoria también ha sido traductor, ha publicado artículos sobre arte y literatura en diversos periódicos y revistas de tirada nacional, y editor, fundando la coleción Puyal de poesía en 1977 y la revista Malvís en 1988.

El viaje interior
Fuera de ti no esperes encontrar
lo que dentro de ti nunca has buscado.
No es más hermoso el sol de otros lugares,
por lejanos que estén:
lo que importa es la luz que da vida a tus ojos.
No fatigues tus días
en recorrer países en busca de otros mundos.
No tardes en emprender el viaje a tu interior,
no vaya a ser que pronto sea tarde:
no estás de ti tan cerca como crees,
es tanto el tiempo de que aún dispones
para descubrirte y conquistarte.
(de Conocimiento del medio)

Canción estéril
Cómo habría querido darte todo
lo que yo nunca tuve:
una infancia feliz
–cimiento de un futuro
compacto en seguridad y fortaleza;
cierta disposición
favorable ante el mundo,
la salud del silencio,
el taller clandestino de las palabras,
la amistad,
el ansia de saber, de ser libre,
las llamas del motín de enamorarse,
el fragor de vivir
y un respeto a la muerte.
Pero nada de esto te podré conceder,
porque no nacerás.
Y aún así, me pregunto
si habrías admitido cuanto yo te ofrecía
–simplemente, la vida;
y aceptarme,
porque tú te aceptabas.
(de Biografía de la muerte)

Morir
Morir es no volver a estar
a la misma hora
en los mismos lugares,
con las mismas personas.
No aparecer, cada mañana,
como esa gran luz nueva
disuelta entre las cosas;
dejar interrumpidos los trabajos,
los viajes en punto muerto.
Ajenos a los mares y a los astros.
Morir es estar quietos, sordos,
ciegos, mudos, desaparecidos,
desconectados de todos y de todo,
de nosotros también;
no regresar a casa nunca más.
No emitir ya señales, recibirlas tampoco.
Morir es no volver.
(de Biografía de la muerte)

La diferencia
Todo armoniza por la diferencia:
el desierto de hielo, el árbol en la roca,
la suave furia del mar y las estrellas.
Nacemos transparentes como el aire,
nos volvemos opacos como el mármol.
Uno puede soportar tanto dolor
como placer es capaz de recibir.
Piedra, hierba, fuego, agua, luz, tiniebla,
tempestad de arena:
todo armoniza por la diferencia.
La ciudad, mientras duermes,
draga el silencio que todo lo hace nuevo.
Nadie tiene otra patria que su soledad,
nadie llega a nadie si no es para marcharse.
Tiene el amor en sus abrazos
el atroz método del amordazamiento.
Cuanto nos llena del otro nos vacía.
Nube, raíz, el canto de los pájaros:
todo armoniza por la diferencia.
(de Claro interior)

El relojero
Un día el gato, jugueteando,
tiró al suelo mi reloj –su maquinaria
se detuvo.
Estrafalario, gruñón, el relojero,
mientras inspecciona las esferas,
con sorna, farfulla: "Más valdría
que ocupásemos el tiempo
en desocuparnos de él".
Esas palabras,
desde entonces, no me dejan en paz.

(de La llegada del mal tiempo)

Autobiografía
Si mi vida no es esto
¿Qué será la vida?
Martín Adán
Me preguntas por mi vida a bocajarro.
¿Qué puedo responder? ¿Con qué
y de qué modo? Lo que sé de mi vida
lo borra cuanto no sé de ella.
Las palabras no alcanzan,
los recuerdos confunden. Mi vida
es lo que he hecho, he deshecho,
he dejado de hacer. Para
saber de mi vida piensa en la muerte,
piensa en ti que estás viva
y has de sobrevivirme. No sé
si tendré tiempo para vivir
lo no vivido, para matar lo que viví,
para vivir la muerte antes de que me muera.
Mi vida recibe instrucciones de otras vidas
anteriores a mí, a las que sirvo
como fiel sucesor, y en mí reviven
–no tengo ojos sino para lo que no veo.
Mi vida es una noche que a la luz
no se adapta, un astro fugitivo
extraviado en la tierra; es también
la palabra que aún no me encontró,
el mensaje misterioso
que no descifraré. Aunque
mi verdadera vida tal vez se inventará.
(de La llegada del mal tiempo)

lunes, 20 de diciembre de 2010

La tía Tula

MIGUEL DE UNAMUNO


Filósofo y escritor español, considerado por muchos como uno de los pensadores españoles más destacados de la época moderna. Nacido en Bilbao, Unamuno estudió en la Universidad de Madrid donde se doctoró en filosofía y letras con la tesis titulada Crítica del problema sobre el origen y prehistoria de la raza vasca (1884), que anticipaba sus posturas contrarias al nacionalismo vasco de Sabino Arana. Fue catedrático de griego en la Universidad de Salamanca desde 1891 hasta 1901, en que fue nombrado rector. En 1914 fue obligado a dimitir de su cargo académico por sus ataques a la monarquía de Alfonso XIII; sin embargo, continuó enseñando griego. En 1924 su enfrentamiento con la dictadura de Miguel Primo de Rivera provocó su confinamiento en Fuerteventura (islas Canarias). Más tarde se trasladó a Francia, donde vivió en exilio voluntario hasta 1930, año en que cae el régimen de Primo de Rivera. Unamuno regresó entonces a su cargo de rector en Salamanca, que no abandonaría hasta su muerte. Aunque al principio fue comprensivo con la sublevación del ejército español que enseguida encabezó el general, Francisco Franco, pronto les censuró públicamente: en un acto celebrado en la Universidad de Salamanca, su comentario “venceréis, pero no convenceréis”, provocó la respuesta del general Millán Astray, uno de los sublevados: "¡Viva la muerte y muera la inteligencia!". Sus últimos días los pasó recluido en su domicilio de Salamanca. Unamuno fue poeta, novelista, autor teatral y crítico literario. Su filosofía, que no era sistemática sino más bien una negación de cualquier sistema y una afirmación de “fe en la fe misma”, impregna toda su producción. Formado intelectualmente en el racionalismo y en el positivismo, durante su juventud simpatizó con el socialismo, escribiendo varios artículos para el periódico El Socialista, donde mostraba su preocupación por la situación de España, siendo en un primer momento favorable a su europeización, aunque posteriormente adoptaría una postura más nacionalista.




Esta preocupación por España (que reflejó en su frase “¡Me duele España!”) se manifiesta en sus ensayos recogidos en sus libros En torno al casticismo (1895), Vida de Don Quijote y Sancho (1905), donde hace del libro cervantino la expresión máxima de la escuela española y permanente modelo de idealismo, y Por tierras de Portugal y España (1911). También son frecuentes los poemas dedicados a exaltar las tierras de Castilla, considerada la médula de España. Más tarde, la influencia de filósofos como Arthur Schopenhaner, Adolf von Harnack o Sören Aabye Kierkegaard, entre otros, y una crisis personal (cuando contaba 33 años) contribuyeron a que rechazara el racionalismo, al que contrapuso la necesidad de una creencia voluntarista de Dios y la consideración del carácter existencial de los hechos. Sus meditaciones (desde una óptica vitalista que anticipa el existencialismo) sobre el sentido de la vida humana, en el que juegan un papel fundamental la idea de la inmortalidad (que daría sentido a la existencia humana) y de un dios (que debe ser el sostén del hombre) son un enfrentamiento entre su razón, que le lleva al escepticismo y su corazón, que necesita desesperadamente de Dios. Aunque sus dos grandes obras sobre estos temas son Del sentimiento trágico de la vida (1913) y La agonía del cristianismo (1925), toda su producción literaria está impregnada de esas preocupaciones. Cultivó todos los géneros literarios. Su narrativa comienza con Paz en la guerra (1897), donde desarrolla la “intrahistoria” galdosiana, y continúa con Niebla (1914) —que llamó nivola, en un intento de renovar las técnicas narrativas—. La tía Tula y San Manuel Bueno, mártir (1933). Entre su obra poética destaca El Cristo de Velázquez (1920), mientras que su teatro ha tenido menos éxito, pues la densidad de ideas no va acompañada de la necesaria fluidez escénica; en este terreno destacan Raquel encadenada (1921), Medea (1933) o El hermano Juan (estrenada en 1954

RESUMEN DE LA OBRA LA TIA TULA DE MIGUEL DE UNAMUNO


Trata de la tierna y triste historia de de la solterona Gertrudis (la tía Tula) que asume una postura maternal frente a los niños abandonados por sus madres fallecidas.

En su corazón solamente guarda un profundo amor a los niños.

Son dos hermanas, Gertrudis y Rosa, la primera es amorosa, de buenos sentimientos pero dominante para imponer los valores espirituales y morales; mientras Rosa es sumamente hermosa y tiene una baja autoestima, por esta razón es que goza de una inestabilidad emocional. El joven Ramiro se enamora al mismo tiempo de Gertrudis (Tula) y de Rosa.



Tula también quiere al apuesto joven; pero renuncia a ese amor y le exige contraer matrimonio con su hermana Rosa. De esta unión matrimonial nacen tres hermosas criaturas. Después fallece Rosa, dejando huérfanos a sus hijos. Tula los cría con mucho amor como su fueran sus hijos. Ramiro se enreda sentimentalmente, después con la muchacha manuela.



Tula al enterarse de esa relación le obliga a Ramiro a que se case con la pobre muchacha. Manuela tendrá dos hermosos hijos. Primero morirá la joven manuela y después, Ramiro. La tía Tula asumirá el papel de una amorosa madre al criar a los hijos huérfanos de los dos matrimonios de Ramiro.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Peter Pan

James Matthew Barrie nació el 9 de mayo de 1860 en la localidad escocesa de Kirriemuir. Era el noveno hijo de los diez que tuvo el matrimonio compuesto por el tejedor David Barrie y Margaret Ogilvy.




Ya en su etapa escolar James Mathew Barrie comenzó a sentirse atraído por la escritura y por el teatro. En 1877 escribió de forma amateur su primera obra teatral, "Bandolero El Bandido", que fue representada en el centro al que acudía, la Dumfries Academy. En 1878 Barrie, bajito, tímido y solitario, ingresó en la Universidad de Edimburgo, estudiando allí hasta 1882. Un año después comenzó a colaborar con la publicación "Notthingham Journal" y dos años más tarde se trasladó a Londres, ciudad en la cual ejerció de periodista freelance escribiendo en publicaciones como "St. James's Gazette" o "The Pall Mall Gazette".



Barrie debutó como novelista con una historia de misterio llamado "Better Dead" (1887), seguida de "Auld Licht Idylls" (1888), el primer libro de éxito del autor escocés, y "When a man's single" (1888).

Posteriormente publicó los libros de relatos "A window in thrums" (1889) y "My lady nicotine" (1890), la novela romántica "El pequeño ministro" (1891), "Margaret Ogilvy" (1896), título biográfico dedicado a su madre, la novela "El sentimental Tommy" (1896), la secuela de ésta, "Tommy y Grizel" (1900), y "El pequeño pájaro blanco" (1902).





En cuanto a su faceta como escritor escénico, a la que consagró la mayoría de su tiempo literario, las obras de teatro "Richard Savage" (1891), co-escrita junto a H. B. Marriott Watson, "Ibsen's Ghost" (1892) y "La historia de amor del profesor" (1892), fueron el preludio de la exitosa "Walker London" (1893). Un año después se casó con la actriz Mary Ansell , protagonista de su obra, y escribiría "Jane Annie" (1894), obra que Barrie escribió junto a su buen amigo Arthur Conan Doyle.

Más tarde estrenó una versión teatral de "Mi pequeño ministro" (1897) "Calle Quality" (1901), la satírica "El admirable Crichton" (1902), "Mary" (1903), "Alice sit by the fire" (1905) y su trabajo más conocido, "Peter Pan" (1905), la historia fantástica de un niño que no quería crecer y vivía en el mundo de Nunca Jamás.



El nombre de Peter fue prestado del niño Peter Llewellyn Davies, uno de los hermanos de la familia Llewellyn Davies , con quien Barrie, acomplejado por su baja estatura, entabló una estrecha amistad tras conocerse en 1898 en los jardines de Kensington. Sylvia, la madre de los niños a los que Barrie visitaba para contarle historias, era hija del novelista George Du Maurier.

Sylvia y los hermanos Llewellyn Davies, quienes perdieron a su padre Arthur en 1907, también le inspiraron la novela "El pequeño pájaro blanco" (1902).

"Peter Pan" conocería varias secuelas, como "Peter Pan en los jardines de Kensington" (1906), que incluía capítulos de "El pequeño pájaro blanco", y "Peter Pan y Wendy" (1911), versión novelada de la obra teatral.



Otras de sus obras teatrales, menos conocidas para el gran público pero meritorias, son " Jo sephine" (1906), "Punch" (1906), "Lo que saben todas las mujeres" (1908), "The Twelve-Pound Look" (1910), "Un beso para Cenicienta" (1916), "Querido Bruto" (1917), "A well remembered voice" (1918), "Mary Rose" (1920), "Shall we join the ladies" (1921) o "David" (1936), su última obra de teatro. "Farewell, Miss Julie Logan" (1931) había sido su última novela. En 1909 Peter y Mary se habían divorciado.



J. M. Barrie murió en Londres a causa de una neumonía el 19 de junio de 1937. Tenía 77 años

jueves, 2 de diciembre de 2010

POESÍA

LA BANDERA DEL MUNDO
Andrés Nuño
(El pastor de Carenas)

La bandera del mundo

Tengo recuerdos de mi infancia,
 diminuta, casi inexistente.
en tierras de castilla eterna
que da nombre a la lengua del mundo.

Donde la ropa limpia, inmaculada,
ondea, al sol sobre un prado verde.
crecí, y sigui viendo, la ropa siempre,
tendida al sol y al viento en otra tierra.

Viajé al sur y encontré ropa lavada,
de las gentes, de otro color y otros ojos.
Viajé al norte y la ropa del hombre,
también se seca, colgada al sol.

Recorrí el mundo, y hallé siempre,
la segunda piel, tejida, del ser humano.
extentdia, como el hombre de Vitruvio,
ondeando, al viento que rodea el orbe,
sin preguntar a quien seca.
Libre al sol, que da la vuelta al planeta,
sin preguntar a quien calienta,
secando las banderas recién lavadas,
sin mástil, sin patria y sin tierra.


La ropa que cubre a los humanos.
Esa es la bandera del mundo.
Tiende sin vergüenza, tu ropa al sol,
y ondeará en tu casa la bandera universal.


Ella vino

En invierno vino, a traerme una mirada.
Y yo, no supe qué darle, sólo le ofrecí nieve.

En primavera vino, a traerme una sonrisa.
Y yo, no supe qué darle, sólo le ofrecí romero.


En verano vino, y me alargó sus manos.
Y yo, no supe qué darle, solo le ofrecí un puñadito de viento.


En otoño vino, a traerme sus ojos limpios.
Y yo, no supe qué darle, sólo le ofrecí gotitas de rocío.

¡Ay! Qué haré contigo. Dijo. Tú que me estás danto tanto.
¡Ay! Qué haré yo contigo. Dije. Si tú me etás dando todo.

Volar


A mí la música,
amí sus ojos,
a mí los pájaros,
a mí sus besos,
a mí el monte y los caballos,
a mí los niños en la calle,
y nada más, nada más,
ya con esto volaré.


Cautivo o preso


Ahí va el perfume, cautivo en el aire
y la cometa presa del niño
y el barquito cautivo en las olas
y el avaro preso de su riqueza
y el toro cautivo en la dehesa
ahí va el enamorado preso de una mirada
ahí va la mujer cautiva de sus sueños.

Las espigas secas


A mis pasos,
Las espigas secas,
que se arrancan.
Tras de mí,
la sombra negra,
que me sigue.
Sobre la sombra,
va un secreto.
Tras el secreto,
un corazón lo acompaña
Sobre el corazón,
las espigas que se clavan.


martes, 23 de noviembre de 2010

La hija del Ganges

Leemos ésta quincena la hija del Ganges de Asha Miró. Pongo entrevista con la autora... para ir abriendo boca más de nada

La otra vida de Asha


La autora de 'La hija del Ganges' y 'La otra cara de la luna' anima a los padres adoptivos a que sus hijos conozcan la verdad de sus orígenes .
CUANDO volví a la India fue como si alguien me hubiera cogido por las piernas y me hubiera vuelto del revés. Cada vez que vas a la India te cambia la vida, porque es un país que te hace sentir, que te emociona, que te hace vibrar... pero para mí además fue como empezar de nuevo. Volver a reconstruir mi
verdad. Yo que lo tenía todo ordenado. Me había quedado en que era la 'hija del Ganges' y tuve que volver a reconstruirlo todo».

Quien habla así es una mujer de 36 años, de tez muy oscura, profundos ojos negros y sonrisa constante. Hasta hace un tiempo Asha Miró era una de tantas niñas indias adoptadas por una familia española. Tenía una vida feliz en en Barcelona donde trabajaba en varios programas de televisión y ayudaba
orientando a futuros padres adoptivos. Ahora tiene mucho más.

Su primer libro autobiográfico, 'La hija del Ganges', se convirtió en un éxito de ventas. Contaba su historia, cómo sus padres adoptivos la habían encontrado en un orfanato de la India cuando tenía unos seis años, cómo de adulta había decidido viajar para conocer el país de su infancia, cómo se reencontró con las religiosas que la cuidaron. «Me dijeron que no removiera el pasado, que todo estaba bien, que ahora tenía un futuro por delante, que era 'la hija del Ganges' (el gran río de la India). Y yo lo acepté».

Pero en su segundo viaje a su país de origen recibió un correo electrónico en el que le decían que tenía una
hermana. Y que algunos detalles que aparecían en su primer libro no se correspondían con la realidad. Se enteró de que su padre no la había abandonado sin más, sino que la había dejado en el convento para que pudiera tener un futuro mejor. Su madre había muerto cuando Asha tenía solo unos meses y la familia ya tenía una niña pequeña. El padre pensó que no podría hacerse cargo de un bebé.

Investigó y logró conocer a su familia biológica, a su hermana y a sus sobrinos. Supo más de la historia de sus padres. Y pensó que este segundo libro, 'La otra cara de la luna', se lo debía a ellos. Ahora que lo sabe todo está feliz.

«Sí me siento muy feliz habiendo encontrado la otra cara de mi vida, la otra cara de la luna. Yo podía haber sido mi hermana y ahora estar casada como ella, tener tres hijos, vivir en un pueblo que no tiene luz ni agua corriente. Mi padre podría haber decidido que sería más fácil cuidar de un bebé».

Asha en realidad se llamaba Usha pero, al entregarla al convento, su padre decidió ponerle el nombre de su
hermana, cambiarlas el nombre. Pero nadie del entorno de la primera Asha se acostumbró al cambio y así es como ahora las dos se llaman igual.

Contenta con su destino «No me siento culpable porque el destino me eligiera a mí para llevar una vida más fácil en Occidente. Me siento afortunada. Y mi hermana no se siente mal tampoco. Lo maravilloso es que ella se alegra mucho por mí. Ella es también feliz con su vida. En mayo vendrá a Barcelona y estoy feliz, porque siento la necesidad de hacerla partícipe de todas las cosas de mi vida».

Asha ha escrito sus libros contra el miedo. Contra el miedo de algunos padres adoptivos a que sus hijos conozcan la verdad de su origen. Ella tuvo a sus padres adoptivos continuamente a su lado. Ayudándola a conocer sus raíces.

«Intento ayudar a los padres a que se den cuenta de que las cosas no son tan difíciles como parecen en un
principio. Hay que vivir el día a día y aceptar sin miedo las sorpresas que la vida te puede dar».

Dice que los dos libros le han ayudado a crecer como persona y está encantado con la reacción de la gente a la que han ayudado. «He intentado que la gente pueda creer en la esperanza de que las cosas pueden ser mejores».

Entre el público que ayer esperaba sus palabras en la librería Oletvm de Valladolid, donde se presentaron sus libros, había muchas niñas con su misma piel oscura y sus mismos ojos negros. Niñas que bien pudieran llamarse Asha o Usha. Niñas que jugaban y reían con otras niñas de piel más clara y risas idénticas. Para esos niños y niñas con un destino similar al suyo Asha Miró ha escrito 'Los cuatro viajeros' un cuento que les explica, con un lenguaje adaptado a su edad, qué es la adopción y la integración en otra sociedad. Sus lectores serán niños afortunados que podrán conocerán la verdad de sus vidas.

jueves, 18 de noviembre de 2010

POESIA

GIOCONDA BELLI
Poeta y novelista nicaragüense

Giuseppe Arcimboldo Invierno

Giuseppe Arcimboldo
Eva con la manzana



Amor de frutas






 Déjame que esparza



manzanas en tu sexo

néctares de mango


carne de fresas;


Tu cuerpo son todas las frutas.


Te abrazo y corren las mandarinas;


te beso y todas las uvas sueltan


el vino oculto de su corazón


sobre mi boca.


Mi lengua siente en tus brazos


el zumo dulce de las naranjas


y en tus piernas el promegranate


esconde sus semillas incitantes.


Déjame que coseche los frutos de agua


que sudan en tus poros:


Mi hombre de limones y duraznos,


dame a beber fuentes de melocotones y bananos


racimos de cerezas.


Tu cuerpo es el paraíso perdido


del que nunca jamás ningún Dios


podrá expulsarme.


Estoy viva como fruta madura...

Estoy viva


como fruta madura


dueña ya de inviernos y veranos,


abuela de los pájaros,


tejedora del viento navegante.

No se ha educado aún mi corazón


y, niña, tiemblo en los atardeceres,


me deslumbran el verde, las marimbas


y el ruido de la lluvia


hermanándose con mi húmedo vientre,


cuando todo es más suave y luminoso.


Crezco y no aprendo a crecer,


no me desilusiono,


ni me vuelvo mujer envuelta en velos,


descreída de todo, lamentando su suerte.


No. Con cada día, se me nacen los ojos del asombro,


de la tierra parida,


el canto de los pueblos,


los brazos del obrero construyendo,


la mujer vendedora con su ramo de hijos,


los chavalos alegres marchando hacia el colegio.

Si.


Es verdad que a ratos estoy triste


y salgo a los caminos,


suelta como mi pelo,


y lloro por las cosas más dulces y más tiernas


y atesoro recuerdos


brotando entre mis huesos


y soy una infinita espiral que se retuerce


entre lunas y soles,


avanzando en los días,


desenrollando el tiempo


con miedo o desparpajo,


desenvainando estrellas


para subir más alto, más arriba,


dándole caza al aire,


gozándome en el ser que me sustenta,


en la eterna marea de flujos y reflujos


que mueve el universo


y que impulsa los giros redondos de la tierra.


Soy la mujer que piensa.


Algún día


mis ojos


encenderán luciérnagas.


Cómo pesa el amor


Noche cerrada


ciega en el tiempo


verde como la luna


apenas clara entre las luciérnagas.


Sigo la huella de mis pasos,


el doloroso retorno a la sonrisa,


me invento en la cumbre adivinada


entre árboles retorcidos.


Sé que algún día


se alzarán de nuevo


las yemas recién nacidas


de mi rojo corazón,


entonces, quizás,


oirás mi voz enceguecedora


como el canto de las sirenas;


te darás cuenta


de la soledad;


juntarás mi arcilla,


el lodo que te ofrecí,


entonces tal vez sabrás


como pesa el amor


endurecido.


Desafío a la vejez


Cuando yo llegue a vieja


-si es que llego-


y me mire al espejo


y me cuente las arrugas


como una delicada orografía

de distendida piel.

Cuando pueda contar las marcas

que han dejado las lágrimas

y las preocupaciones,

y ya mi cuerpo responda despacio

a mis deseos,

cuando vea mi vida envuelta

en venas azules,

en profundas ojeras,

y suelte blanca mi cabellera

para dormirme temprano

-como corresponde-


cuando vengan mis nietos


a sentarse sobre mis rodillas

 
enmohecidas por el paso de muchos inviernos,

sé que todavía mi corazón


estará -rebelde- tictaqueando


y las dudas y los anchos horizontes


también saludarán

 
mis mañanas.

martes, 9 de noviembre de 2010

las aventuras de un libro vagabundo



Una novela debe empezar con una bofetada y terminar con un puñetazo, me dijo un hermano de papel. Según otro, es estrictamente necesario que aparezca un cadáver en el primer capítulo. Todos se mostraron confusos ante mi proyecto. Sólo deseo contar mi vida como libro de forma lineal. Así que empezaré, sencillamente, por el almacén al que me llevaron a la salida de la imprenta, continuaré con las librerías y las bibliotecas en las que he vivido, que fueron el escenario de largas discusiones entre compañeros de estantería -incluso llegué a hacer un amigo-, y, sobre todo, ahondaré en mis lectores, ya que vivía para ellos.




Las aventuras de un libro vagabundo es una obra original y singular. Es un “Vidas cruzadas” en el que el protagonista es una obra que va de mano en mano, de estantería en estantería, y de una ciudad a otra.



Cierta obra, impresa en el mes de junio, permanece empaquetada, junto a otros 49 ejemplares, hasta el otoño. Tres meses de espera y desesperación en un almacén a temperaturas considerables. Pasado ese tiempo, el libro llega a una librería que amontona el paquete junto a otros cuantos, no viendo la luz sino para devolver toda la mercancía. Pero al poco, este libro ve por fin esa luz tan ansiada, y cae en unas manos lectoras. Y aquí empieza una aventura vital a través de bibliotecas, librerías, puestos de segunda mano, asientos de transportes y, claro está, lectores.



Sólo hay dos cosas que puedan cambiar realmente a un ser humano: un gran amor y la lectura de un gran libro.



Con una prosa ágil y, en primera persona, transcurre esta novela de aventuras con un libro como protagonista. En él se nos van describiendo avatares de viaje y filosofías de vida. Se nos cuentan anécdotas de escritores y obras, todas ellas narradas a nuestro protagonista en sus estancias en estanterías junto a otros compañeros de fatigas. Se nos habla de la vida y la muerte -impresionante la anécdota de sobre Crimen y Castigo y la muerte del padre del escritor (pag, 111)-, se nos narran experiencias de subastas -nos pone en conocimiento de las subastas concertadas con un caso impresionante (pag. 68)-, nos desmenuza las argucias de una mujer, recién viuda, despechada por el amor a los libros del marido (pag 109), se nos comenta el mundo de las dedicatorias de libros y su posterior venta a mayor precio -curiosa y verídica historia de los libros dedicados a François Mitterrand (pag. 117), etc.



La obra en cuestión es una agradable novela, la primera que escribe este ya entrado en años autor de ensayos y se desenvuelve en este terreno a la perfección. Una obra en la que conviene adentrarse con lápiz y papel en abundancia ya que la cantidad de citas y frases ingeniosas nos obliga a parar de vez en cuando para anotar esas genialidades que hay, en estas escasas 190 páginas, por docenas.



Paul Desalmand nació en 1937 en una pequeña población de la Alta Saboya (Francia). Durante muchos años ejerció de maestro de escuela, tras lo que decidió dedicarse a la escritura y la divulgación. Es autor de más de una cincuentena de libros sobre distintas materias de la cultura y el arte, entre los que destacan L’ecrire est un miracle, acerca del oficio de escritor, y las biografías Cher Stendhal y Picasso por Picasso, siendo Las aventuras de un libro vagabundo su primera novela.


La lectura, como el amor, es la piedra ideal para afinar el alma (Pag 125)

sábado, 30 de octubre de 2010

POESÍA

Jorge L.
Borges

Ausencia
Habré de levantar la vasta vida
que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales
a luces en el día.
Tardes que fueron  nichos de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas;
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.
El cómplice

Me crucifican y yo debo ser la cruz y los clavos.
Me tienden la copa y yo debo ser la cicuta.
Me engañan y yo debo ser la mentira.
Me incendian y yo debo ser el infierno.
Debo alabar y agradecer cada instante del tiempo.
Mi alimento es todas las cosas.
El peso preciso del universo, la humillación, el júbilo.
Debo justificar lo que me hiere.
Soy el poeta.
El enamorado
Lunas, marfiles, instrumentos, rosas,
lámparas y la línea de Durero,
las nueve cifras y el cambiante cero,
debo fingir que existen esas cosas.
Debo fingir que en el pasado fueron
Persépolis y Roma y que una arena
sutil midió la suerte de la almena
que los siglos de hierro deshicieron.
Debo fingir las armas y la pira
de la epopeya y los pesados mares
que roen de la tierra los pilares.
Debo fingir que hay otros. Es mentira.
Sólo tú eres. Tú, mi desventura
y mi ventura, inagotable y pura.
El remordimiento

He cometido el peor de los pecados
que un hombre puede cometer. No he sido
feliz. Que los glaciares del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.

Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz. Cumplida

no fue su joven voluntad. Mi mente
se aplicó a las simétricas porfías
del arte, que entreteje naderías.

Me legaron valor. No fui valiente.
No me abandona. Siempre está a mi lado
La sombra de haber sido un desdichado.
Una despedida
Tarde que socavó nuestro adiós.
Tarde acerada y deleitosa y monstruosa como un
                                                                  ángel oscuro.
Tarde cuando vivieron nuestros labios en la desnuda
                                                      intimidad de los besos.
El tiempo inevitable se desbordaba sobre el abrazo inútil.
Prodigábamos pasión juntamente, no para nosotros
                                     sino para la soledad ya inmediata.
Nos rechazó la luz; la noche había llegado con urgencia.
Fuimos hasta la verja en esa gravedad de la sombra
                                                    que ya el lucero alivia.
Como quien vuelve de un perdido prado yo volví de
                                                                         tu abrazo.
como quien vuelve de un país de espadas yo volví
                                                                  de tus lágrimas.
Tarde que dura vívida como un sueño
entre las otras tardes.
Después yo fui alcanzando y rebasando
noches y singladuras.

miércoles, 20 de octubre de 2010

MARGUERITE DURAS


Sobre la lápida de Marguerite Duras en el cementerio de Montparnasse hay una pequeña planta, un montón de pastillas blancas diseminadas a lo largo de la sobria piedra gris, dos flores y dos letras grabadas: M.D. También son dos las imágenes que podrían ilustrar el proceso desaforado de su existencia: la evocación de la preciosa niña cargada de erotismo que viajaba en un transbordador por el río Mekong con un sombrero de fieltro y los labios pintados de rojo oscuro y, justo en el otro extremo, la mujer con el rostro y el cuerpo devastados por el alcohol, vestida con una falda recta y chaleco sobre un jersey de cuello alto que, después de cuatro curas de desintoxicación, entró en un coma de cinco meses. Marguerite Duras saltó en un instante del principio al final de su vida pero, en la breve duración de ese instante, hizo lo que quería hacer: écrire. Escribir.


Escribía y amaba lo que escribía hasta la obsesión. Ella misma se preguntaba qué era aquella necesidad mortal que había conseguido que viviera en un mundo paralelo al de los demás y que fuera existiendo cada vez menos porque todo, su esencia, se lo entregaba a la escritura devoradora. A los quince años le dijo a su madre que lo único que quería hacer en la vida era narrar y se preguntaba sinceramente qué hacía con su tiempo la gente que no escribía porque ella había llegado a pasar por el tamiz de la literatura incluso los recuerdos más dolorosos. Una de las manifestaciones más desgarradoras contra el nazismo aparece en su texto El Dolor en el que describe su impaciencia cuando, desde las ventanas de su casa en la rue Saint-Benoît, contempla apoyada en las persianas cómo la gente pasea y ella quiere gritar que en el interior de aquella habitación un hombre, su marido, ha regresado vivo del horror de los campos de concentración alemanes y que, a pesar de tener el cuello tan delgado que se puede rodear con una sola mano, todo lo que debe tomar es caldo en cucharillas de café porque su estómago se desgarraría con el peso de cualquier otro alimento.

Nació en 1914, el día 4 de abril, cerca de Saigón, en la Indochina francesa (lo que es hoy Vietnam del Sur). "No puedo pensar en mi infancia sin pensar en el agua. Mi país natal es una patria de agua", diría M.D. Era la primera niña de cinco hermanos, dos de ellos, Pierre y Paul, hijos del matrimonio y los otros dos, Jean y Jacques, hijos del padre con una esposa anterior que había muerto en Hanoi. Su padre, profesor de matemáticas, tuvo que ser repatriado a Francia cuando ella tenía sólo cuatro años a causa de unas fiebres infecciosas y jamás regresó a Indochina. Murió después de haber comprado una casa cerca del pequeño pueblo francés de Duras donde quería pasar el siguiente verano con toda su familia y que serviría, sin que él llegara a saberlo, para reemplazar en el futuro su propio apellido. Esta muerte dejó a la familia en una situación económica mucho más precaria y comenzaron a llegar las estrecheces. Los hijos crecieron como vagabundos por la selva, casi tomando un aspecto indígena y todo lo que podía hacer la madre para conservar su deseado y privilegiado aspecto occidental era alimentarlos con comida traída directamente desde Francia, comida que ellos aborrecían y que no aceptaban.

Marie Legrand, la madre de Marguerite, luchó contra la pobreza con todas sus fuerzas. Se aferró a sus posesiones, a su tierra que debía salvar continuamente del mar y del viento si quería que algo creciese de ella, mientras iba descubriendo el extraño atractivo de aquella niña que no se vestía como las demás, que tenía una manera propia de hacer las cosas y que podría resultar fascinante para los hombres. Marguerite conoció a su amante chino y ser ricos se convirtió entonces en una auténtica obsesión. Con el tiempo, la escritora consideraría que el dinero no cambiaba nada porque siempre conservaría "una maldita mentalidad de pobre". Para ella la pobreza al nacer era hereditaria y perpetua. No se podía curar.


Cualquier lector de Un dique contra el Pacífico o de El amante descubrirá que estos primeros datos de su biografía le son ya familiares. Porque leer los libros de Marguerite Duras implica leerla también a ella. En un verdadero acto de vivisección literaria, extraía su propio dolor, lo matizaba con el bálsamo de la escritura y luego lo entregaba a un lector que debía descubrir que aquello que leía en su obra no era simplemente el relato de la subsistencia vital de una escritora sino de la evolución individual de cada uno de sus personajes que no eran sino un reflejo novelado de lo ocurrido realmente a miles de seres humanos a lo largo del siglo XX. Marguerite Duras nos ofrece en sus libros una descripción de diferentes momentos cruciales en diferentes lugares del mundo tan fidedigna como la de cualquier historiador, pero con un añadido importante: ella muestra el sufrimiento, la esperanza y la compasión de los legítimos protagonistas de la Historia.

Su primer libro fue rechazado por la editorial Gallimard, pero siguió escribiendo y una vez terminada su siguiente obra, Les impudents, amenazó con suicidarse si no lograba que la publicaran. En 1943 entró en la resistencia mientras su querido hermano Paul, que había continuado junto a su madre en Saigón, moría de una bronconeumonía por falta de medicamentos. El dolor se le hizo insoportable y lo reflejó en La vida tranquila, el libro que estaba escribiendo y que Gallimard publicó en 1944. De esta manera Marguerite Duras obtuvo por fin el reconocimiento que esperaba, pero no pudo disfrutarlo porque la Gestapo detuvo a su marido en el apartamento de su hermana en la rue Dupin. En ese momento M.D. se propuso no escribir y no volvió a editar nada hasta 1950. Ella, que había amenazado con el suicidio si no llegaba a publicar, de repente se daba cuenta de lo nimio de la literatura comparado con el dolor de la realidad.

Literatura y realidad… Dos nociones difícilmente separables en esta autora que atrapa y devora porque su narración rezuma autenticidad y siempre es complicado renunciar al encanto de algo auténtico. En 1950 apareció su primer éxito literario, Un dique contra el Pacífico, y a partir de entonces fueron publicándose obras memorables como Los caballitos de Tarquinia (1953) que narra la experiencia de unas vacaciones en Italia, Días enteros en las ramas (1954), Moderato Cantabile (1958), Hiroshima mon amour (1959) que se convertiría en la famosa película de Alain Resnais y El arrebato de Lol V. Stein (1964), novela con la que alcanzó el apogeo de su actividad creadora. Según sus propias palabras en una entrevista concedida a la televisión francesa, escribir El arrebato de Lol V. Stein resultó especialmente complicado: "Escribir siempre es duro, pero en aquella ocasión tenía más miedo que de costumbre. Era la primera vez después de mucho tiempo que escribía sin nada de alcohol y tenía miedo de escribir cualquier cosa". Por supuesto, no creó cualquier cosa. Creó un personaje desposeído de sí mismo que ve en un baile cómo la persona a la que ama se está enamorando de otra y eso hace que ella quede relegada a un plano de casi inexistencia. Creó un personaje tan desesperado y, al tiempo, tan adorable que muchos años después la autora declararía que lamentaba no haber sido ella misma Lol V. Stein. Porque la había concebido, lo había escrito todo sobre ella, la había creado, pero no había sido Lol y por lo tanto sentía "ese duelo que he llevado toda mi vida por no ser Lol V. Stein".
En su siguiente novela, El Vicecónsul (1965), el protagonista sale al balcón de su casa en Lahore y dispara al aire. No dispara a los transeúntes ni a las palomas. "Dispara contra el dolor, la desgracia y contra el millón de niños que iban a morir de hambre en los próximos cuatro meses." Después vinieron La amante inglesa (1967), El amor (1971), El amante (1984), El dolor (1985), Emily L., La vida material… No voy a explicar más argumentos de sus novelas porque lo mejor, lo único, que se puede hacer es recomendar su lectura. Tampoco voy a concluir hablando de su muerte ni de las más recientes polémicas en torno a biografías no autorizadas, biografías póstumas, derechos a los que aspiran unos o a los que aspiran otros y estúpidos libros muy bien encuadernados llenos de fotografías. Todo eso no tiene nada que ver con la literatura y pocas veces he visto a un escritor (a una escritora) llorando ante su propia imagen en blanco y negro ofrecida en el transcurso de una conmovedora entrevista realizada en su piso de Trouville con motivo de la publicación del libro El amante de la China del Norte. Escuchaba con atención las declaraciones que ella misma había hecho en 1964 y 1965 acerca de sus libros El arrebato de Lol V. Stein y de El vicecónsul respectivamente y asentía con frecuencia haciendo diversos comentarios. "Cada libro supone para el autor su propio asesinato. Siempre hay una depresión posterior que se manifiesta a través de algo físico". Una mujer pequeña, sentada en un sillón, vestida con una falda marrón, un jersey del mismo color y un pañuelo oscuro ocultando el cuello, que hablaba de literatura con tranquilidad y que adoraba a sus personajes hasta el llanto. Una autora que se preguntaba cómo era posible escribir porque en un principio no había nada y de pronto había una página escrita: "No puedo explicarlo y creo que no hay ningún escritor que se libre de esta ignorancia". Una escritora que se planteaba semejantes dudas y que tenía una manera tan cautivante de ver el mundo que logró dejarnos libros espléndidos. Y supongo que eso es lo único que importa cuando hablamos de literatura. Los libros y, tal vez, la pasión de su autor. Lo demás, por qué no decirlo, es sólo decepción y podredumbre.
Pilar Adón

UN DIQUE CONTRA EL PACÍFICO
De inspiración autobiográfica, esta novela relata la vida en Indochina de la peculiar familia formada por Suzanne una seductora adolescente, su madre y su hermano Joseph. La madre, una mujer abatida por la vida y que ha intentado en vano cultivar una concesión que todos los años es invadida por el Pacífico, sólo tiene un deseo: casar a Suzanne con Jo, el poco atractivo hijo de un acaudalado especulador de terrenos: un joven feo pero rico, tan rico como para permitir a la madre reconstruir los diques y saldar sus numerosas deudas. Sobre el telón de fondo del mundo colonial que inspiró también la célebre novela El amante, se desarrollan las iras y los amores de Joseph, la resignación de Suzanne, las intrigas de Jo para seducir a la muchacha y los intentos de todos por encontrar un futuro mejor.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Trópico de Cáncer

 
Henry Valentine Miller (Nueva York, 26 de diciembre de 1891 - Los Ángeles, California, 7 de junio de 1980), novelista estadounidense. Su obra se compone de novelas semiautobiográficas, en las que el tono crudo y sensual suscitó una serie de controversias en el seno de un Estados Unidos puritano que Miller quiso estigmatizar denunciando la hipocresía moral de la sociedad norteamericana. Influyó notablemente en la llamada Generación Beat.





Biografía
La juventud de Miller fue errática. Alternaba diversos trabajos con breves períodos de estudios en el City College de Nueva York. En 1924 se casa con June Mansfield tras divorciarse de su primera esposa, Beatrice Sylvas, con la que tuvo una hija.


En 1930, durante la Gran Depresión, se va a Francia donde vive el estallido de la Segunda Guerra Mundial. En esta época, Miller decide consagrarse totalmente a la literatura. Sus primeros años de bohemia en París fueron miserables, tuvo que luchar contra el frío y el hambre; se alimentaba con las comidas que le ofrecían y dormía, cada noche, bajo un puente distinto. La suerte se presentará en la persona de Richard Osborn, un abogado americano que le ofrece una habitación en su apartamento. Cada mañana, Osborn, dejaba encima de la mesa de la cocina un billete de 10 francos para que Miller lo gastara a su conveniencia. Conoce a Anaïs Nin (de la que fue amante), a Brassaï y a Alfred Perlès, y empiezan sus tanteos con el surrealismo.


En el otoño de 1931, Miller obtiene su primer empleo como corrector de estilo en el periódico Chicago Tribune, gracias a su amigo Alfred Perlès; ocasión que aprovecha para publicar varios artículos que firmará con el nombre de "Perlés", dado que sólo los miembros del equipo editorial podían editar sus escritos. Escribe, en ese año, Trópico de cáncer, en la Villa Seurat de Montparnasse, que será publicado gracias al apoyo de su amiga y amante, la también escritora Anaïs Nin, en 1934. Esta novela le supuso, en los EE.UU, un proceso por obscenidad, según las leyes vigentes en esa época dictadas contra la pornografía. Esta novela estuvo censurada, en su país, hasta la década de 1960, y sólo pudo ingresar clandestinamente con la portada de Jane Eyre, el clásico de Charlotte Brontë.


Miller prosigue su batalla personal contra el puritanismo intentando liberar, desde un punto de vista moral, social y legal, los tabúes sexuales existentes en la literatura americana. Continúa escribiendo novelas, todas censuradas en los Estados Unidos por obscenas. Publica Primavera negra (1936), y Trópico de Capricornio (1939), que consiguen su difusión en los EE.UU pese a tener que ser vendidos subrepticiamente, lo cual contribuye a forjar su reputación de escritor underground.


egresa a los Estados Unidos en 1940 y se instala en el Big Sur (California), donde continúa produciendo una literatura pujante, colorista y socialmente crítica. Escribe El coloso de Marussi (1941), que versa sobre un viaje a Grecia, país que visitó invitado por Lawrence Durrell; el libro más que una guía al uso es un monumento lírico a la sensualidad mediterránea, una crítica brillante al modo de vida americano y un alegato por la paz. Le siguieron La pesadilla del aire acondicionado (1945-47), la trilogía La crucifixión rosa, compuesta por Sexus (1949), Plexus (1953), y Nexus (1960). Escribió Las naranjas del Bosco en 1957; y el estudio literario, El mundo de D.H. Lawrence en 1980.


Se le ha considerado, incluso, un postmoderno. Sus trópicos, tachados de pornográficos, generaron una gran polémica y fueron prohibidos en los países anglosajones. En 1964 la Corte Suprema de los Estados Unidos anula, de la Corte de Estado, el juicio contra Miller por obscenidad, lo que representa el nacimiento de lo que, más tarde, será conocido con el nombre de revolución sexual.


Entre sus aficiones estaban las de pianista amateur y pintor. Escribió libros sobre su pintura y tras su muerte, sus acuarelas fueron trasladadas a dos museos: el Henry Miller Museum of Art en la ciudad de Omachi Nagano (Japón) y el Henry Miller Art Museum en la Coast Gallery de Big Sur.






Falleció en Pacific Palisades, California. Sus restos fueron incinerados y sus cenizas esparcidas sobre Big Sur


http://es.wikipedia.org/wiki/Henry_Miller
 
 
 



 
 
 
Estamos ante una de las obras maestras del siglo XX, y en su tiempo, escandalosa y controvertida, que fuera censurada por las leyes estadounidenses debido a su explícito tratamiento del sexo; por tanto, Trópico de Cáncer hubo de esperar casi treinta años (hasta 1960) para ser publicada, al menos abiertamente, en Estados Unidos (sin embargo, cabe mencionar que la obra fue ingresada de contrabando al país americano bajo la cubierta de Jane Eyre, la obra clásica de Charlotte Brontë).



Trópico de Cáncer es un libro semi autobiográfico de Henry Miller, contado de forma maravillosamente abierta y honesta, que habla acerca de las aventuras y desventuras del autor en su vida en París, a puertas de la Segunda Guerra Mundial. Es un libro lleno de reflexión, tabú y observaciones sobre de la naturaleza del ser humano, donde además destaca la capacidad de relatar con pulcritud y objetividad una vida desenfrenada de nuevas vivencias, aventuras amorosas, decepciones y riesgos.


Pero finalmente, el miedo al vacío es lo que determina el camino a seguir del protagonista. La novela gana ligereza con la constancia y decisión de Miller de incluir las sensaciones de su personaje a cada hecho ocurrente. El resultado es una obra íntima, pero firme de convicciones y plena de citas iluminadas con la chispa del genio. Adicionalmente, al estar narrada en primera persona, Trópico de Cáncer se despoja de la ambición y la pretensión. Como factores en contra, tenemos que la constante presencia de los monólogos, así como los saltos entre el presente y el pasado, pueden llegar a cansar al lector. Asimismo, al ser el personaje un borracho aspirante a escritor, que espera las noches para su rutinaria visita a los burdeles parisinos, difícilmente el público se sentirá identificado con este personaje.


Sin embargo, si nos ceñimos a los cánones literarios, nos encontramos frente a una obra de estilo fresco y muy recomendable; una obra que permanece actual a pesar del paso del tiempo.



“Cada quien tiene su tragedia privada. La lleva ya en la sangre: infortunio, hastío, aflicción, suicidio. La atmósfera está saturada de desastre, frustración, futilidad. No obstante, el efecto que me produce es estimulante. En lugar de desanimarme, o deprimirme, disfruto. Pido a gritos cada vez más desastres, calamidades mayores, fracasos más rotundos. Quiero que el mundo entero se descentre…” Trópico de Cáncer