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lunes, 13 de septiembre de 2010

El maestro de Petersburgo



Leemos esta quincena el libro de Coetzee, El Maestro de Petersburgo. Adjunto breve biografía del autor y breve reseña del libro.




Novelista surafricano. Nació en Ciudad del Cabo y estudió en las universidades de Ciudad del Cabo y Texas. Desde 1971 da clases en la Universidad de Ciudad del Cabo. Sus novelas, a menudo alegóricas o simbólicas, atacan el sistema del apartheid en Suráfrica o echan abajo los ejemplos históricos del colonialismo. Pocos escritores surafricanos han sabido equilibrar tan bien como Coetzee el reclamo de la justicia social con las exigencias técnicas y estéticas de la novela. Ganó el premio Booker por Vida y época de Michael K (1983), historia de un luchador por la libertad. Otras novelas son Tierras en penumbra (1974), En el corazón del país (1977), Esperando a los bárbaros (1980) y Foe (1986). También ha publicado varios libros de ensayos, como Doblando el cabo: Ensayos y entrevistas (1994). Su novela El maestro de Petersburgo (1994) explora nuevos horizontes narrativos, haciendo regresar a un Dostoievski ficticio al San Petersburgo de 1869 desde su autoexilio de Dresden, donde se había escondido de sus acreedores rusos. En el año 2003 le fue concedido el Premio Nobel de Literatura.






En El maestro de Petersburgo Coetzee recrea a su modo la figura del escritor Fiódor Dostoyevski, contando un episodio en el que el autor vuelve a San Petersburgo para averiguar las circunstancias de la muerte de su hijastro Pavel, que aparentemente se ha suicidado.
La historia emocional del padre que busca el perdón de un hijo al que abandonó por egoísmo (porque le molestaba en su relación con su nueva y joven esposa), se convierte en un complejo análisis sobre la relación entre padres e hijos, y en un documentado retrato del escritor ruso. Dostoyevski es en apariencia un hombre de talento, correcto, atractivo, ronda los cincuenta pero aún tiene mucho éxito con las mujeres, un escritor de prestigio que se entiende debe tener dinero… sin embargo, a lo largo de la novela, de su pensamiento y de sus actos se revela un hombre inseguro, supersticioso, machista, endeudado por su afición al juego, egoísta, tirano (su joven esposa lo llama “el amo”), tacaño, insensible hacia los que sufren (los pobres, los animales), mujeriego, con una sexualidad exacerbada, morbosa, en la que llega a rozar la pedófila.
Junto al profundo retrato psicológico del protagonista, Coetzee introduce una reflexión sobre la época de la Revolución rusa en la que se sitúa la novela. Nachaev, cabecilla revolucionario, cuyo partido es “el partido de la Venganza”, representa el enfrentamiento de los jóvenes contra el poder establecido (de nuevo, hijos contra padres) pero también un símbolo del pensamiento radical que llega a manifestarse en las formas más bárbaras: el terrorismo, los asesinatos sin sentido, la violencia y la devastación irracional. Curiosa la relación entre Dostoyevski y Nachaev pues aunque el escritor odia al revolucionario, sus historias y su forma de ser se parecen demasiado: los dos tuvieron un padre maltratador, los dos han sido jóvenes contestatarios (Dostoyevski llegó a estar condenado en Siberia), los dos presentan ciertos rasgos de locura y los dos son igualmente narcisistas e insensibles hacia los sentimientos de los demás.
Pero aún hay más en esta novela densa y difícil (quizá la más difícil de las que se ha leído hasta ahora en el Taller de Lectura) pero interesante y profunda. ¿Qué busca Dostoyevski en este viaje a Petersburgo? Busca el perdón, busca una señal de salvación, pero lo que encuentra en los escritos de su hijastro que le entrega la policía es únicamente un castigo, la prueba de que su hijo lo odiaba. En ese momento Fiódor podría comprender y perdonar, pero al contrario, se manifiesta igual a su odiado Nachaev: sobreviene el rencor y la necesidad de venganza. Y la venganza para él es sencilla: corromper los escritos de su hijo, inventar un Pavel que no es el chico agradable que todo el mundo ha conocido, sino un tipo mezquino y oscuro, ensuciar su imagen a través de la escritura, mientras los lectores asistimos al proceso creativo de un escritor, al proceso en el que éste pervierte y distorsiona la realidad.