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martes, 30 de marzo de 2010

El palacio de la luna. Reseña


He encontrado un buen artículo sobre la obra que leemos "El palacio de la luna". Pueden disfrutar del artículo completo en el enlace.



El palacio de la Luna
Reseña por Juan Conejo Galván
La creciente popularidad de Paul Auster en nuestro país no es casual. Desde que en 2006 recibiera el Príncipe de Asturias las cosas no han hecho más que mejorar para el neoyorkino, autor de grandes obras como La trilogía de Nueva York, Leviatán o Brooklyn Follies. Su estilo narrativo se caracteriza por una gran sencillez a la hora de presentar los hechos, sencillez que enmascara una compleja arquitectura narrativa donde habitan las historias anidadas, las referencias a otros libros y escritores, conceptos tan universales como la búsqueda de identidad y la soledad del ser humano, y reflexiones transversales acerca del destino. Pero es el azar quien caracteriza con mayor fuerza sus obras, el verdadero hilo conductor que las dota de una fuerte personalidad que actúa como feroz gancho en el lector.
Es esto justamente lo que ocurre en El palacio de la luna. Tras cada página nos aguarda un
giro inesperado que nos sitúa a kilómetros de distancia del que, hasta ese momento, creíamos
era el argumento principal. El protagonista, Marco Stanley Fogg, nos relata los extraños sucesos
que le llevaron a conocer a su padre, después de tocar fondo y verse obligado a abandonar su
apartamento, vivir y dormir en mitad de un parque, ser rescatado por una chica oriental llamada
Kitty Wu y comenzar a trabajar finalmente para un viejo en silla de ruedas. Se trata de una
historia de encuentros y revelaciones, una fabulosa historia como la vida misma, donde nada es
de esperar. "Si la vida era una historia, como solía decir el tío Victor, y cada hombre era el autor
de su propia historia, entonces yo me la iba inventando sobre la marcha."
Uno de los aspectos más interesantes de la novela radica en los pequeños fragmentos
metaliterarios que Paul Auster nos brinda, en la línea de otros autores como el chileno Roberto
Bolaño. "Cuando me daba la vena, pasaba noches enteras en los bares, fumando y bebiendo como si quisiera matarme, citando versos de poetas menores del siglo XVI y oscuras frases medievales, y haciendo todo lo posible por impresionar a mis amigos. Los dieciocho años es una edad terrible [...]."
Otra curiosa muestra metaliteraria la encontramos cuando, después de haber convertido cajas de libros en muebles para su apartamento, Fogg se ve obligado a malvenderlas para poder sobrevivir: "A medida que vendía los libros, mi apartamento iba experimentando muchos cambios. Era inevitable, ya que cada vez que abría una nueva caja, simultáneamente destruía un mueble. Mi cama quedó desmantelada, mis sillas se fueron encogiendo hasta que desaparecieron, mi mesa de trabajo se atrofió hasta dejar un espacio vacío. Mi vida se había convertido en un cero creciente, algo que podía incluso ver: un vacío palpable, floreciente [...] La habitación era una máquina que medía mi situación: cuánto quedaba de mí, cuánto se había ido [...] Podía seguir el proceso de mi propio descuartizamiento.Pedazo a pedazo, me veía desaparecer."
La idea de que nada está decidido y que los hechos pueden variar bruscamente en cuestión de segundos es unaconstante a lo largo de toda la obra; el final de un camino no es sino el comienzo de otro. "Sentía que una vez quellegara al fin del continente hallaría respuesta a una importante pregunta. No tenía ni idea de cuál era esa pregunta,pero la respuesta la habían ido formando mis pasos y sólo tenía que seguir andando para saber que me había dejadoatrás a mí mismo, que ya no era la persona que había sido".
Marco Stanley Fogg reúne la esencia del viajero infinito (Phileas Fogg), el ímpetu del explorador infatigable (HenryMorton Stanley) y el espíritu del descubridor de nuevas rutas (Marco Polo), que guiado por la pluma de Auster, nosmuestra que al final de cada renglón nos aguarda un punto y seguido, y que "[...] si no estás preparado para todo, noestás preparado para nada".

lunes, 29 de marzo de 2010

Paul Auster. El palacio de la luna



Leemos ésta quincena El palacio de la luna de Paul Auster, adjunto breve biografía.


Paul Auster (Newark, Nueva Jersey, 3 de febrero de 1947) es un escritor estadounidense. En su juventud tradujo poesía francesa, y fue también poeta antes de orientarse hacia la novela. También ha trabajado para el cine. Suyos son los guiones de Smoke, Blue in the Face y Lulu on the Bridge. También el de su más reciente película, en la que actúa su hija, Sophia Auster, The Inner Life of Martin Frost.


Biografía


Sus padres habían nacido en los Estados Unidos, aunque eran originarios de Europa central. Su contacto con los libros es bastante prematuro, gracias a la biblioteca de un tío suyo, traductor. Empieza a escribir a los 12 años, antes incluso de descubrir el béisbol que tanto aparece en sus novelas. Entre 1965 y 1967, estudia en Nueva York, en la Universidad de Columbia, literatura francesa, italiana e inglesa. Empieza a traducir a autores franceses como Dupin y Du Bouchet y viaja a París. Volverá en 1967 para evitar ir a la Guerra de Vietnam, tratará de trabajar en el cine, aunque suspenderá el examen de ingreso al IDHEC. Escribe guiones para películas mudas que nunca se rodarán, pero que descubriremos más tarde en El libro de las ilusiones.
Durante los diez años siguientes, el trabajo será duro (véase A salto de mata). Escribe artículos para revistas, empieza las primeras versiones de El país de las últimas cosas y de El palacio de la luna, semi biográfica, trabaja en un petrolero, vuelve a Francia donde vivirá unos tres años (1971-1974) gracias a sus traducciones de Mallarmé, Sartre o Simenon). Hizo una importante entrevista a Edmond Jabès (Pista de despegue). También escribe poesías y obras de teatro de un acto.
En 1976 escribe su primera novela, Squeeze Play (editada como Jugada de Presión), bajo el pseudónimo de Paul Benjamin, una suerte de novela negra al estilo clásico de Raymond Chandler y Dashiell Hammett con la que obtuvo escaso éxito editorial. Poco tiempo después de divorciarse, la muerte de su padre le proporciona una pequeña herencia que le saca de apuros y le inspira para escribir La invención de la soledad. Se publica su libro en prosa Espacios blancos. Conoce a la novelista Siri Hustvedt, con la que se casará en 1981. Se publica en 1982 El arte del hambre.
Se empieza a reconocer a Paul Auster entre los grandes escritores. Entre 1986 (en que se publica Ciudad de cristal) y 1994 (Mr Vértigo), publica novelas mayores como El palacio de la luna y Leviatán. Obtuvo el Premio Médicis en 1993 por esta novela, Leviatán. Vuelve al cine, y adapta junto al director Wayne Wang su relato corto El cuento de navidad de Augie Wren. Smoke y Blue in the Face se estrenan en 1995. El mismo Auster dirigirá Lulu on the bridge (1997), mal recibida por la crítica.
Vuelve a la novela con Tombuctú (1999), El libro de las ilusiones (2002), La noche del oráculo (2004) y Brooklyn Follies (2005). En 2006 recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. En el año 2006 publica Viajes por el Scriptorium y comienza también la que va a ser su segunda película como director The Inner Life of Martin Frost. En 2008 publica otra novela más: Un hombre en la oscuridad. Su obra ha sido sistemáticamente traducida al castellano y al catalán.


Su obra

Paul Auster es, por excelencia, el escritor del azar y de la contingencia; como no cree en la causalidad, persigue en lo cotidiano las bifurcaciones surgidas por errores o acontecimientos aparentemente anodinos. Esto sucede en La trilogía de Nueva York, en La música del azar, y sobre todo en Leviatán, en su excepcional escena central. Su estilo es aparentemente sencillo, gracias a su trabajo y conocimiento de la poesía, pero esconde una compleja arquitectura narrativa, compuesta de digresiones, de metaficción, de historias en la historia y de espejismos (El cuento de navidad de Augie Wren). También describe existencialmente la pérdida, la desposesión, el apego al dinero, el vagabundeo (en El palacio de la luna, cuyo personaje central se llama Marco Stanley Fogg, en una especie de unión de estos tres grandes viajeros). También se cuestiona la identidad, en especial en la La trilogía de Nueva York en la que uno de sus personajes (que no es el narrador) se llama como él; en Leviatán, en la que el narrador tiene sus iniciales (Peter Aaron) y conoce a una mujer llamada Iris (anagrama de su esposa Siri); o en La noche del oráculo, donde un personaje se llama Trause (anagrama de Auster). La enfermedad, el mimo en la descripción de los objetos de papelería, la metaliteratura son señas de identidad recurrentes que se dan en su obra