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martes, 20 de abril de 2010

POESÍAS DE MIGUEL HERNANDEZ


Tus cartas son un vino
A mi gran Josefina adorada

Tus cartas son un vino

que me trastorna y son

el único alimento para mi corazón.

Desde que estoy ausente

no sé sino soñar,

igual que el mar tu cuerpo,

amargo igual que el mar.

Tus cartas apaciento

metido en un rincón

y por redil y hierba

les doy mi corazón.

Aunque bajo la tierra

mi amante cuerpo esté,

escríbeme, paloma,

que yo te escribiré.

Cuando me falte sangre

con zumo de clavel,

y encima de mis huesos

de amor cuando papel.


De "Cancionero y romancero de ausencias" 1941 1942
Antes del odio
Beso soy, sombra

con sombra.

Beso, dolor con dolor,

por haberme enamorado,

corazón sin corazón,

de las cosas, del aliento

sin sombra de la creación.

Sed con agua en la distancia,

pero sed alrededor.

Corazón en una copa

donde me la bebo yo,

y no se lo bebe nadie,

nadie sabe su sabor.

Odio, vida: ¡cuánto odio

sólo por amor

!No es posible acariciarte

con las manos que me dio

el fuego de más deseo,

el ansia de más ardor.

Varias alas, varios vuelos

Abaten en ellas hoy

hierros que cercan las venas

y las muerden con rencor.

Por amor, vida, abatido,

pájaro sin remisión.

Sólo por amor odiado,

sólo por amor.

Amor, tu bóveda arriba

y yo abajo siempre, amor,

sin otra luz que estas ansias,

sin otra iluminación.

Mírame aquí encadenado,

escupido, sin calor

a los pies de la tiniebla

más súbita, más feroz,

comiendo pan y cuchillo

como buen trabajador

y a veces cuchillo sólo,

sólo por amor.

Todo lo que significa

golondrinas, ascensión,

claridad, anchura, aire,

decidido espacio, sol,

horizonte aleteante,

sepultado en un rincón.

Espesura, mar, desierto,

sangre, monte rodador,

libertades de mi alma

clamorosas de pasión,

desfilando por mi cuerpo,

donde no se quedan, no,

pero donde se despliegan,

sólo por amor.

Porque dentro de la triste

guirnalda del eslabón,

del sabor a carcelero

constante y a paredón,

y a precipicio en acecho,

alto, alegre, libre soy.

Alto, alegre, libre, libre,

sólo por amor.

No, no hay cárcel para el hombre.

No podrán atarme. no.

Este mundo de cadenas

me es pequeño y exterior.

¿Quién encierra una sonrisa ?

¿Quién amuralla una voz?

A lo lejos tú, más sola

que la muerte, la una y yo.

A lo lejos tú, sintiendo

en tus brazos mi prisión,

en tus brazos donde late

La libertad de los dos.

Libre soy, siénteme libre.

Sólo por amor.

lunes, 19 de abril de 2010

El curioso caso de Benjamin Button



Breve biografía de F. Scott Fizgerald autor del cuento enlazado El curioso caso de Benjamin Button.


Francis Scott Key Fitzgerald (Saint Paul, Minnesota, 24 de septiembre de 1896 - Hollywood, California, 21 de diciembre de 1940), fue un novelista estadounidense de la época del jazz. En sus novelas expresa el desencanto de los privilegiados jóvenes de su generación que arrastraban su lasitud entre el jazz y la ginebra (A este lado del paraíso, 1920), en Europa sobre la Costa Azul (Suave es la noche, 1934), o en el fascinante decoro de las ciudades estadounidenses (El gran Gatsby, 1925).
Se le considera uno de los más importantes escritores estadounidenses del siglo XX. Fue portavoz de la «Generación Perdida», aquellos estadounidenses nacidos en la última década del siglo XIX que les tocó madurar durante la Primera Guerra Mundial. Escribió cinco novelas y docenas de historias breves que abordan temas como «la juventud» o «la desesperación» con una extraordinaria honestidad al plasmar sus emociones. Sus héroes, atractivos, confiados y condenados, resplandecen brillantemente antes de explotar («Muéstrame un héroe», dijo Fitzgerald en una ocasión, «y te escribiré una tragedia»), y sus heroínas son bellas y de personalidad compleja.


El curioso caso de Benjamin Button



El curioso caso de Benjamin Button y otros cuentos de Francis Scott Fitzgerald:Este libro constituye la quintaesencia del mundo narrativo de Scott Fitzgerald, quizá el narrador más dotado que dio la literatura norteamericana del siglo XX. En todos y cada uno de estos relatos se abordan sus obsesiones recurrentes: la melancolía por el final de una época, los claroscuros de la pareja, el fracaso o la fascinación por el lujo y la riqueza. En el cuento del título, Benjamin Button es un hombre que nace viejo para rejuvenecer lentamente a medida que pasan los años, de modo que su relación con el mundo adquiere una perspectiva insólita e inquietante. Otras historias hablan de hombres que recuerdan sin tregua el momento en que perdieron su oportunidad, como en el extraordinario Regreso a Babilonia, tal vez uno de los mejores cuentos que jamás se han escrito. En La tarde de un autor acompañamos a un escritor en su paseo otoñal, varado en la sequía creativa. En definitiva, cada pieza es un vislumbre del seductor e imperecedero mundo narrativo de Scott Fitzgerald.