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lunes, 21 de febrero de 2011

Las tribulaciones del estudiante Törless – Robert Musil

Musil provenía de una familia de la baja nobleza (Edler). Todavía siendo un niño, entró interno en una academia militar, experiencia que le serviría, luego, para escribir su primera novela, Las tribulaciones del estudiante Törless. Abandonó sin embargo dicha academia y se licenció como ingeniero. Hizo una tesis importante sobre el físico Ernst Mach en 1908, sólo estudiada recientemente.


Su curiosidad le llevó a extender sus estudios a la psicología, la lógica y la psicología experimental en la Universidad de Berlín. Enseñó ingeniería mientras escribía su primera novela, Las tribulaciones del joven Törless (1906), descripción de la vida de unos adolescentes en un colegio militar. El éxito de esta obra le animó a dejar la enseñanza y a compaginar su trabajo como bibliotecario y editor de la revista Die neue Rundschau con la escritura de dos novelas cortas sobre las relaciones sexuales, Uniones (1911).



Musil sirvió en el ejército imperial durante la Primera Guerra Mundial y después fue funcionario civil en la nueva República de Austria, entre 1919 y 1922, antes de dedicarse enteramente a escribir. Publicó un libro de cuentos, Tres mujeres, en 1924. Salvo dos años en Berlín (1931–1933), vivió en Viena hasta la anexión de Austria a la Alemania nazi en 1938, momento en el que se exilió en Suiza, en parte por el origen de su mujer Marthe, en parte por su visceral oposición. Murió en Ginebra, con dificultades económicas, en 1942.


En este lapso su tarea fundamental fue escribir una larga (dos volúmenes), panorámica e inacabada novela, El hombre sin atributos (1930–1943), donde examina la existencia sin objetivos de su personaje principal, Ulrich, un antihéroe, sobre el fondo de la sociedad austriaca anterior a 1914 en plena crisis; la minuciosa recreación la lleva a cabo considerando una especie de sociedad patriótica (la acción paralela), las discusiones con unos amigos nietzscheanos, y ciertos amorios, incluyendo sus raras relaciones con su hermana. El hombre sin atributos constituye una de las obras narrativas más ambiciosas del siglo XX, en la que se discuten mil teorías, y consagró póstumamente a su autor, como un escritor que en sus obras combinó de una manera excepcional la ironía con la utopía, para analizar la gran crisis espiritual de su época y la descomposición del Imperio austro-húngaro



"Las tribulaciones del estudiante Törless” se enmarca en un género tan clásico como es el de las novelas de aprendizaje, aunque las diferencias con éstas sean, precisamente, lo que dota al libro de un aire específico muy interesante. Robert Musil escribió esta obra a principios de siglo, en 1906, quizá desgranando sus propios recuerdos tras el paso por una academia militar en su juventud.

La novela nos presenta al joven Törless, hijo de una familia acomodada que estudia en un instituto para jóvenes adinerados. Rodeado por muchachos despreocupados y ociosos, el protagonista sufre una hipersensibilidad fruto de su carácter sentimental y abstraído, lo cual provoca que sus relaciones con su círculo más íntimo (compuesto por los chicos más rebeldes y carismáticos) sean complicadas. El abuso que sus dos compañeros más cercanos, Beineberg y Reiting, ejercen sobre Basini, otro alumno al que descubren robando dinero, es la prueba definitiva para que Törless dé rienda suelta a sus emociones más reprimidas e incomprensibles. La atracción por Basini (en un principio muy abstracta, después sensual y, al final, puramente intelectual) le sume en un pozo de perplejidad: el conocimiento que cree tener del mundo se ve socavado por los comportamientos que observa a su alrededor, y que juzga como carentes de lógica. La turbación a la que se ve sometido le lleva a una nueva toma de posición respecto al mundo, haciendo así que el joven experimente un proceso de madurez bastante acelerado. El narrador lo describe así:

Sí, existen pensamientos muertos y pensamientos vivos. El pensamiento que se mueve en la superficie alumbrada por los rayos del sol, que siempre puede referirse al hilo de la causalidad, no tiene por qué estar vivo. [...] Un pensamiento que quizá ya había atravesado nuestro cerebro hace mucho tiempo sólo cobra vida en el momento en que se le suma algo que ya no es pensamiento, que ya no es lógico, de modo que sentimos su verdad más allá de toda justificación [...]. Un gran conocimiento sólo ocurre a medias en el círculo luminoso del cerebro y es, sobre todo, un estado anímico, en cuya punta más alta el pensamiento sólo está posado como una flor.


Törless únicamente había requerido una conmoción del alma para impulsar ese último brote a las alturas.

Como puede observarse en este pasaje, la prosa de Musil no es, en absoluto, sencilla o directa. De hecho, “Las tribulaciones del estudiante Törless” es una obra muy psicológica, al estilo de la trilogía de Los sonámbulos de Hermann Broch, ya comentada aquí. El narrador de la novela es reflexivo, y sus percepciones discurren mucho más allá de los límites del pensamiento del protagonista o de los otros personajes.


La entrada en la madurez del joven Törless es dolorosa y carente de racionalidad: su asunción del sufrimiento como hecho adulto no le convierte en alguien mejor, sino distinto. No hay crecimiento en un sentido moral, ya que su visión del mundo continúa estando llena de perplejidad; se siente diferente, mayor, pero su comprensión de este acontecimiento es confusa y los pasos que ha debido dar hasta alcanzar ese nivel no le han servido para afrontar mejor la vida que sobrevendrá. Törless ha experimentado una madurez psicológica (en tanto que reflexiona sobre los sucesos que acontecen en el instituto) que, paradójicamente, no le conduce hacia un autoconocimiento más profundo, sino hacia una incertidumbre total acerca de todo lo que le rodea. Quizá el gran acierto de Musil sea plasmar esa contradicción tan frecuente mediante una historia oscura y unos personajes alejados de estereotipos, aunque su estilo convierta la lectura en un periplo bastante arduo. El narrador no hace concesión alguna a la claridad y se esfuerza por plasmar en palabras la aridez de unos sentimientos que no por habituales son menos complejos, por lo que hay pasajes que pueden ser muy enrevesados.


Pese a este detalle, es un ejercicio intenso el acercarse a esta obra tan llena de matices. Un trabajo, por cierto, que resulta mucho más placentero dado el esmero que se ha puesto en la edición, que recopila esta obra de juventud de Musil junto con otros tres libros más y que facilita la toma de contacto con la particular forma de narrativa que practicó el escritor austríaco. El esfuerzo de lectura merece la pena

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